Esta es la historia de cómo me despedí de mis padres, marcada por momentos de enfermedad, despedidas inesperadas y un sueño que me trajo paz.
Mi padre, a sus 82 años, enfrentaba repetidas hospitalizaciones debido a su delicada salud. Mi madre, aunque exhausta, permanecía a su lado, aprovechando cada momento para descansar junto a él en la cama del hospital.
Cuando él fue dado de alta, regresaron a casa, pero mi madre no respondía a sus llamadas nocturnas. Incapaz de levantarse, la llevamos al hospital, donde finalmente descubrimos que tenía leucemia.
Nos turnábamos entre el hospital y el cuidado de mi padre en casa. Los médicos nos informaron que a mi madre le quedaban pocos días. Tres semanas después, falleció.
En ese crucial momento, no estaba allí; había ido a descansar tras pasar toda la noche a su lado.
Ocho meses más tarde, mi padre empeoró y también falleció. Una vez más, no pude estar con él en sus últimos momentos.
Me quedé con una profunda tristeza, sintiendo que no había tenido la oportunidad de despedirme adecuadamente.
Sin embargo, un mes después de la muerte de mi padre, tuve un sueño increíblemente real.
Llegaba a la casa de mis padres y ellos me recibían con sonrisas, como en los últimos años. Sus besos en el sueño fueron tan reales que, por fin, sentí que me despedía de ellos.
En su abrazo sentí su amor, un profundo amor por mí. Fue increíblemente emocionante y sanador.
Ellos me querían, podía sentir su amor, y lo sorprendente era que ese amor todavía seguía vivo.
Encontré la paz.
Y este sentimiento, hoy en día, doce años después, aún me sigue trayendo paz.
Pese a que no fueron los “padres perfectos”, ese sentimiento, esa emoción es la que tiene más peso, y con esta en mi corazón, he aprendido a valorar cada imperfección, cada momento compartido, como parte esencial de nuestro vínculo.
Es este amor, profundo y perdurable, el que ilumina mi camino, recordándome que en la trama de nuestras vidas, son los hilos de la comprensión, el cariño genuino y la conexión humana los que tejen las historias más significativas.
¿Has tenido alguna experiencia similar de despedida o pérdida que te haya enseñado algo valioso? Me encantaría leer tus historias y lo que aprendiste de ellas.
¿Cómo encontraste paz o consuelo después de una pérdida significativa? ¿Fue a través de un sueño, un recuerdo, o quizás algo completamente diferente?
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Pilar