Hola querida comunidad,
Hoy vamos a mirar hacia atrás. No para quedarnos en el pasado, sino para entender cómo llegamos a tener la idea de salud y enfermedad que domina nuestras vidas hoy. Porque si no sabemos de dónde viene esa visión, es difícil cuestionarla… y más difícil aún imaginar una nueva.
Lo que llamamos “medicina moderna” no nació sola. Fue el resultado de una serie de decisiones, intereses, conflictos filosóficos y —sí— también de poder económico y político.
🧭 Dos escuelas, dos formas de ver el cuerpo
Durante siglos, en Occidente convivieron (y a menudo chocaron) dos grandes escuelas de pensamiento médico:
🔹 La escuela empiricista, que observaba los procesos del cuerpo con paciencia. Creía que el síntoma era parte del camino hacia la sanación, no algo que debía eliminarse a toda costa.
🔹 La escuela racionalista, que buscaba cortar el síntoma rápidamente. Su enfoque era más técnico: encontrar la sustancia o intervención que contrarrestara el problema de forma directa.
Ambas visiones tenían valor. Una trabajaba con el tiempo, la otra con la urgencia. Pero no fue un debate equilibrado: una de ellas terminó dominando completamente… y no solo por razones científicas.
🛢️ ¿Qué tienen que ver Rockefeller y el petróleo con la medicina?
A inicios del siglo XX, el magnate John D. Rockefeller financió lo que se conoce como el Informe Flexner: una revisión del sistema médico en Estados Unidos. Bajo la apariencia de una “mejora educativa”, el informe fue en realidad el inicio de una gran reestructuración.
Con el poder económico y político que tenía, Rockefeller impulsó una medicina basada en productos farmacéuticos derivados del petróleo, que él mismo controlaba a través de su imperio industrial.
¿El resultado?
Casi todas las formas de medicina que no respondían a ese modelo —homeopatía, naturopatía, medicina energética, herbolaria, saberes ancestrales— fueron desacreditadas, cerradas o perseguidas. No porque no funcionaran, sino porque no encajaban en el nuevo modelo de negocio.
🔍 Lo que esto significa hoy
Desde entonces, la medicina que predomina en el mundo occidental ha sido:
Sintética
Rápida
Estandarizada
Altamente dependiente de fármacos
Basada en atacar síntomas, no en entender procesos
¿Y lo más importante? Se convirtió en la única versión “oficial” de lo que es la salud. Lo demás se tildó de charlatanería, superstición o “falta de evidencia”, aunque muchas de esas prácticas habían acompañado al ser humano durante siglos.
Esto no es una teoría conspirativa. Es historia. Historia que casi nadie nos contó en la escuela.
🤲🏼 Entonces, ¿qué hacemos con esto?
No se trata de rechazar la medicina moderna, ni de caer en extremos. Sino de recuperar la capacidad de cuestionar.
Entender que lo que hoy consideramos “normal” es el resultado de decisiones culturales, políticas y económicas. Y que, si queremos construir una visión más amplia, amorosa y consciente de la salud, tenemos que volver a mirar esas otras voces que fueron silenciadas.
Porque sanar no es solo tomar algo que elimine el síntoma.
Sanar puede ser recuperar el equilibrio, el sentido, la conexión.
Y para eso, necesitamos una medicina que escuche más de lo que impone.
Gracias por estar aquí, explorando conmigo.
En la próxima entrega, hablaremos del cuerpo como un proceso, una cocina interna que transforma… y que no necesita ser interrumpida a toda costa.
Con memoria, conciencia y presencia,
Pilar
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