En el nuevo curso "Romance Con el Conocimiento", el instructor nos lanzó tres preguntas para reflexionar.
Una de ellas fue:
"¿Recuerdas un momento en el que algo en el exterior te hizo experimentar silencio, paz interior y/o asombro?"
Tras reflexionar un rato, recordé cómo, al acercarme a un pino que tenía en casa, me invadía una ola de silencio. No tenía que hacer nada en particular, solo pasar cerca de él. Y siempre era así. Este fenómeno no ocurría con otros árboles; el pino se había convertido en un santuario personal de tranquilidad.
Unos días después de esta reflexión, me di cuenta de que durante el día podían surgir momentos de silencio. Me pregunté por qué necesitaba hacer un esfuerzo para recordar estos momentos "especiales", como si fueran extraordinarios.
Entonces comprendí que cada día podía vivir estos silencios. Solo necesitaba "parar el mundo", silenciar mi diálogo interno.
La clave para acceder a este estado no es otro que la atención. Al igual que el pino me ofrecía un respiro del constante ruido mental, yo puedo crear intencionadamente esos espacios de quietud mental.
“Parar el mundo” no es más que un acto de rebeldía contra las percepciones habituales que nos atan a una realidad consensuada y limitada. Es un ejercicio de libertad que nos permite, mediante la práctica del silencio interno, descubrir y experimentar la vida de una manera más plena y profunda.
Cada instante de silencio es una puerta hacia el asombro y la renovación espiritual, una invitación a ver el mundo no como nos ha sido dado, sino como realmente podría ser.
Y tú, ¿qué momentos de 'silencio' has experimentado recientemente y cómo han influido en tu percepción del mundo? Comparte tus experiencias y reflexiones conmigo.
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Muchas gracias.
Con afecto
Pilar